El masaje infantil es un arte muy antiguo impuesto a los bebés
para estimular sus sentidos y nutrirles adecuadamente, a través de la piel.
Esta tradición fue olvidada por las sociedades modernas, siendo utilizada
solamente en las culturas que conservaron más el contacto con la naturaleza humana.
Así se ha mantenido disfrazado hasta que se ha podido recuperar para ayudarnos
a satisfacer unas necesidades, consideradas básicas, que se ocultan a través de
la piel.
Vimala Shneider McClure, hizo una adaptación de diferentes
técnicas de masaje para ser aplicadas, adaptadas y comprendidas en nuestra
sociedad, donde las caricias, el contacto y el calor humano se llegaron a comprender
como una forma de malcriar a los bebés. Con este fin se creó, en 1981, la
Asociación Internacional de Masaje Infantil-IAIM, que llegó a España en 1993
con el nombre de AEMI.
Es una antigua tradición inherente en muchas culturas de todo
el mundo, que está siendo redescubierta en Occidente. Está ya científicamente
comprobado que el amor, las caricias, la
nutrición afectiva entre el niño/a y los que le rodean, tienen un importante
efecto positivo sobre su desarrollo.
Muchos estudios desvelan los beneficios de un contacto
afectivo como parte integral de los primeros años de vida, así como las
desdichadas soluciones experimentados cuando falla esta atención. El masaje
infantil es uno de los más agradables y fáciles métodos para constituir este
primer contacto tan positivo.
El masaje infantil se basa en el contacto piel a piel es una
necesidad básica, especialmente para un bebé que no tiene otra posibilidad de
sentirse amado, aceptado, calmado, o contenido. Con una sucesión de
movimientos, el masaje propone un encuentro, en un espacio y un tiempo, de una
gran calidad entre los padres/madres y los hijo/hijas desde que son bebés.
Permite, entre otras muchas cosas, la comunicación, la
conciencia corporal y las relaciones de confianza y seguridad. El Masaje
infantil tiene en cuenta el respeto, para saber si el niño o niña nos da
permiso para empezar; y la escucha, para analizar su respuesta y aceptarla, sea
o no la que esperábamos. Estos son los mensajes que el pequeño o pequeña reciben
y que pasarán a formar parte de su
postura en la vida.
En nuestro ritmo de vida, muchas veces no tenemos tiempo para
comunicarnos y los niño o niñas se ven arrastrados a un ritmo demasiado rápido
para que puedan procesar adecuadamente, todos los estímulos e información que
reciben.
El masaje infantil pone en contacto a padres y madres e hijo e
hijas permitiendo la interacción; estimula los sistemas neurológico,
respiratorio, inmunológico, circulatorio, gastrointestinal y endocrino; ayuda a
la relajación y liberación de tensiones; intensifica la comunicación entre los
niño o niñas y las personas de su entorno y permite escuchar, adaptarse y estar
más en contacto con sus necesidades.
El masaje infantil facilita los vínculos afectivos porqué
introduce los elementos principales para establecerlos: mirada, contacto piel a
piel, sonrisas, sonidos, abrazos, olor, emisiones de voz y respuestas.
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